Una cenicienta política postergada: la Reforma Agraria - Chester Swann

17/10/2008 16:41

Los campesinos están mostrando las garras para criticar abiertamente al "modelo" adoptado desde el vamos; desde el "año cero" de 1870, tras la hecatombe genocida de la tríplice contra nuestro país y que rompiera en trizas al modelo francista: el latifundio. Una institución, ésta, más poderosa que las leyes, que la ética e incluso que la constitución nacional; que desafía a las mejores intenciones políticas y se enseñorea de manera feudal en esta república de papel de diario reciclado.

Los nuevos señores feudales tienen doble y triple apellido, generalmente de origen extranjero y ostentan adiposas cuentas bancarias para comprar jueces, abogados, fiscales e incluso a medios de comunicación, para defenderlos a ellos y a sus poco claros intereses. Para ello, bastó con lograr la canonización constitucional de la propiedad privada (léase latifundio), convencionales mediante, que también se mercenariza hoy (y siempre) a la política y los políticos. Ahora adalides, éstos, de intereses creados y a favor de una minoría; que no sobrepasa al seis por ciento de nuestra población, pero detenta el ochenta y uno por ciento de las tierras nacionales y maneja el setenta por ciento del PIB en forma casi oligopólica, fuera del comercio y la industria.

Es que mercenarizar fuerzas es más fácil que tener ejércitos propios como los antiguos barones, condes y marqueses europeos. Eso sí, también la gleba y el vasallaje han sido minimizados —por razones de costes, quizá—, tractores, agrotóxicos y cosechadoras mediante, que permiten ahorrar mano de obra en pro del lucro y la acumulación irrestricta. Se podría justificar al modelo, si ofreciera fuentes de trabajo, pero basta un peón para manejar trescientas hectáreas de monocultivos transgénicos (National Geographic, abril de 2008).

Estos nuevos Landlords o Señores de la Tierra, se escandalizan por las manifestaciones del proletariado a favor de una nueva constitución socialista y cooperativa, y por la recuperación de tierras malhabidas al amparo del casi eterno tirano Stroessner, aún en espera. Este urticante tema no es discutido en el Congreso Nacional, por ser una suerte de batata caliente en manos de ex simios, ahora denominados "representantes", como desafiando a Darwin y a la e-bolu-ción de las especies.

Estos homo-urbanoides, nueva especie de ex antropoides imbecivilizados que fungen de políticos, pretenden mantener a ultranza la injusticia que representa la desigual propiedad de tierras. Pareciera que ignoran supinamente el derrumbe del Muro de Texas, y el de Wall Street[1] que anuncia la declinación del modelo capitalista salvaje de la especulación y la codicia.

Y la codicia, uno de los siete pecados del capital, es la divisa ideológica "liberal" esgrimida por los señores feudales de nuevo cuño. Una divisa que ignora el inicio imparable del declive del capitalismo mundial en pro de ideas más solidarias y humanistas. No en balde, los más egregios pensadores y filósofos abominan del sistema del capitalismo salvaje (no existe otro modelo del capitalismo) y abogan por lo equitativo y justo. Esta actual coyuntura del auge de modelos socialistas en América del Sur, obedece justamente al repudio a las tiranías impuestas durante la Guerra Fría y a la cercanía del capitalismo liberal con el neofascismo corporativo y excluyente.

Este modelo, sólo puede mantenerse mediante el uso de la fuerza pretoriana al servicio de las corporaciones, como ahora mismo está sucediendo en los propios Estados Unidos, donde el North Army ha sido puesto en alerta, decreto mediante, para salir a las calles y disolver manifestaciones populares, algo que la propia constitución norteamericana impide (el uso del ejército en conflictos internos) y prohibe expresamente.

Es decir, sólo mediante la coacción antipopular pretoriana se podrá contener el próximo tsunami social en pro de la justicia. Es imposible que los liberales sostengan dialécticamente su posición en un debate abierto, ante los reiterados fracasos de su inicuo sistema económico y social, basado más que nada en la sub educación, cuando no en la ignorancia más procaz y alimentada a pan y circo. La reforma agraria es una urgente necesidad y hay que discutirla abiertamente, con un nuevo proyecto constitucional que desmitifique la santidad de la propiedad latifundiaria.

El modelo capitalista agoniza, e incluso hiede a prematuro cadáver, pero no debemos taparnos las narices e ignorarlo, sino asumir posiciones de vanguardia ante el parto de una nueva humanidad más justa.

 

Chester Swann

Extraído de: El Mirador Paraguayo

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