¿Libertad de expresión… o libertad de presión? - Chester Swann

    Hoy, haciendo mi recorrida matinal de costumbre, entre mi casa y el "cibercafé" donde accedo a mi bitácora, eché vista a los titulares de los diarios del día expuestos en la librería de la esquina. Nada fuera de lo habitual —pensé.

    Los diarios "serios" —es decir los digitados con mando a distancia por la SIP y los empre-saurios de la publicidad, entre otros—, siguen anunciando nuevos conflictos entre campesinos y sojeros; entre planilleros colorados despedidos y el nuevo gobierno; entredichos entre asaltados y policías, entre otras informaciones tendenciosas de rigor.

    Por otro lado, la prensa "amarilla", también en formato tabloide, con títulos tales como: "Se resistió a ser violada y la mataron"; "Jugaron todo mal a una bebita"; fotos calientes y mucha audacia en la Batidora"; "Muerte entre hermanos por una yiyi y tragos fuertes" y otros "manchetes" con tufo de carroña; harto conocidos por una clase social proletaria que ama lo turbio, lo banal, lo escabroso y lo esperpéntico. La necrofilia se acentúa día a día, en nombre de una "libertad de prensa" y, de paso, hachazos contra el idioma universal asestados por "periodistas" casi analfabetos funcionales o poco menos.

    Si bien la gran prensa, es decir los medios masivos "decentes" dicen algunas que otras verdades descafeinadas, ocultan lo importante o mienten a medias; los "amarillos" lo hacen peor. Estupidizan a las masas apelando al sensacionalismo barato y ramplón, escudándose en las libertades públicas.

    Pero ¿es lícito hacer apología de antivalores de lesa convivencia? Es una pregunta que, a través de este blog dirijo a los mercenarios de la "pluma" y asalariados de patrones comerciantes que no periodistas.

    Es cierto que, según los postulados de William Randolph Hearst —magnate de prensa sensacionalista—, las malas noticias venden más periódicos. No hay manera de refutar tal premisa. Nadie compraría un diario que tenga por titulares: "Maestra devuelve salario pagado en forma irregular"; o "Taxista devuelve maletín olvidado con diez mil dólares". Es decir, la gente común (me resisto a denominarlos ciudadanos, que no lo merecen) prefiere lo chabacano, lo escabroso y se deleita con violaciones, crímenes y chismes faranduleros. ¿No habrá una manera de educar al pueblo en valores cívicos; o exigir a esos "medios de prensa" que sean menos sensacionalistas y más comedidos, dejando de estimular el morbo popular, para que la gente deje de ratonearse con crímenes sangrientos?

    Es urgente que el gobierno emplace a "esa" prensa a retomar la ética y evitar que siga haciendo apología del crimen y las violaciones sexuales, limitándose a informar y educar a la ciudadanía; a esa ciudadanía que aún se resiste a serlo. Y si la SIP acusa al gobierno de violar la "libertad de expresión", que pregunte a la misma qué entiende por una libertad, divorciada de la ética.

    Si yo tuviese potestad, cerraría a esos medios y obligaría a sus "periodistas" a hacer cursos de filosofía y letras. Y, si es posible, ordenarles que escriban diez mil veces en una pizarra: "No debo mentir ni exagerar para vender porquerías".

    Puede que así aprendan a usar la libertad con responsabilidad, aún a pesar de la SIP.

Chester Swann

Extraído de: El Mirador Paraguayo